¡Esta es una revisión vieja del documento!
Yo durante mi vida académica he utilizado dos inteligencias artificiales ChatGPT (OpenAI) y Claude IA (Anthropic) con el objetivo de entender mejor las indicaciones de los trabajos o sintetizar las lecturas muy largas. Esta tecnología representa innovación dentro de la academia pero también desafía los asuntos éticos y metodológicos.
Uno de los beneficios más claros que he experimentado es la eficiencia en la recopilación de información y estructuración de ideas. Por ejemplo, al usar ChatGPT para entender un concepto complejo de teoría política, pude recibir una explicación clara, resumida y con ejemplos contextualizados, lo que facilitó enormemente la redacción de un ensayo. Esta herramienta actúa como una especie de tutor inmediato, que permite explorar ideas y recibir retroalimentación instantánea.
Sin embargo, una limitación significativa ha sido la posibilidad de generar contenido inexacto o superficial si no se verifica adecuadamente. En una ocasión, al usar Claude IA para obtener referencias bibliográficas para mi clase de teorías de la democracia sobre el pensamiento de Hannah Arendt. La herramienta generó citas que parecían reales pero que no existían en los textos originales.
Estas experiencias me han llevado a entender que, aunque las herramientas de IA generativa son útiles como asistentes de escritura y exploración, no deben sustituir la lectura crítica, la investigación personal ni el juicio académico. El uso responsable implica contrastar la información, citar correctamente y mantener una actitud activa frente al conocimiento, evitando caer en una dependencia excesiva que afecte nuestra capacidad de pensar de forma autónoma y original.